viernes, 3 de febrero de 2012

¿Aviación sostenible?

Anteayer moderé una mesa redonda sobre sostenibilidad en el mundo de la aviación. Yo tenía que introducir el tema y repetí lo que digo siempre, que la salud económica depende del nivel de conocimiento disponible y de la capacidad de convertirlo en actividades productivas; y añadí que allí donde el nivel de conocimiento es más bajo es, nada más y nada menos, el ámbito de la sostenibilidad, esto es, en el de nuestros intercambios con el planeta: la energía que le tomamos y los residuos que le dejamos.

La historia de la civilización empieza con nuestro abandono de la caza y la recolección, para convertirnos en agricultores y ganaderos; empieza, pues, cuando dejamos de ir echando mano de un stock de bestias y de frutos existentes, para pasar a garantizarnos un flujo de cachorros y de frutos, mediante la cura de un rebaño y de unos campos; por lo tanto, cuidado del stock y goce del flujo que genera.

Toda actividad económica sostenible se basa en esto, al tener cura de un stock —un capital— y limitar el consumo al flujo que genera —ingresos recurrentes—; exactamente el contrario que hacemos con la energía de origen fósil y con los residuos plásticos y nucleares.
 
En este aspecto estamos en la prehistoria! O muy cerca del final de la historia. Depende de sí somos capaces de hacer el enorme paso entre consumir o cuidar un stock. Un paso que los economistas no facilitamos cuando al PIB mundial sumamos, en vez de restar, el petróleo que sacamos y consumimos; y cuando tampoco descontamos el coste que supondrá la gestión de residuos, como por ejemplo los nucleares, que piden miles de años para ser inertes.
 
Mientras tanto, cada día subimos a más aviones para ir más lejos más a menudo: un festival de consumo de petróleo y de contaminación ambiental!
 
Los ponentes de la mesa que moderaba, procedentes de la agencia espacial europea (ESTEC) —donde trabajan en proyectos de aviones supersónicos alimentados con hidrógeno y capaces de hacer Barcelona-Sidney en menos de tres horas—, la asociación de aerolíneas (IATA) —obligados a unas reducciones de consumo y contaminación que sólo pueden afrontar con biocombustibles— y de Airbus —que ya ha hecho pruebas reales con energías renovables— hablaban del año 2040 como el horizonte de la sostenibilidad.

Apenas nada en la escalera planetaria, ¿quizás demasiado en la humana?
 
Más vuelos para ir más lejos más a menudo y, a la vez, la población mundial se va concentrando en unas pocas entidades metropolitanas. La paradoja y la contradicción acompañan inexorablemente la evolución del hombre.

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