viernes, 13 de abril de 2012

Fútbol y economía


Supongamos que en vez de ligas de fútbol nacionales, y una Champions europea entre los campeones nacionales, se hiciera una sola liga europea ¿cuántos equipos españoles jugarían en esta primera división europea?

La unión monetaria supuso algo pareciendo a hacer una sola liga europea: sólo las empresas competitivas tienen lugar; esto supuso un enorme déficit comercial exterior, hasta el 15% del PIB anual, que podíamos soportar sólo gracias a una financiación exterior que usábamos, no para mejorar nuestra productividad invirtiendo en capital productivo e I+D, sino para hacernos el chalé, una buena red de trenes de lujo y un aeropuerto a cada esquina. En definitiva, lo usábamos para la única cosa donde la competencia exterior no nos hacía daño: el sector de la construcción, por fuerza local y con escaso requerimientos por lo que hace a mano de obra.
Obviamente, esto no podía durar y todavía cuesta de entender que lo hiciera durante tanto de tiempo. Y al acabarse, la pura realidad: sólo una parte de la economía española puede competir dentro del espacio económico común; básicamente, aquella parte que es exportadora, por cuanto no hay producto local posible en un mundo global.
Así las cosas, o salimos del euro y volvemos a nuestra liga nacional, o incrementamos fuertemente nuestra productividad, o conviviremos con un paro que sólo lo apaciguará la emigración (no la inmigración, está claro, sino la salida de españoles hacia el mundo).
En temas técnicos, dentro de una misma moneda sólo sobreviven las empresas de mayor productividad absoluta, mientras que con diferente moneda pueden sobrevivir todas y exportan las actividades de mayor productividad relativa. Porque la función de la moneda es, precisamente, poner en equivalencia los diferentes niveles de renta, es decir: las diferentes productividades de los países.
Deprimir salarios no es, pues, ninguna solución duradera, ni tiene efectos similares a una devaluación: esta corregía variaciones nominales (inflación) de las monedas, pero una vez hecha continuaban haciendo posible la coexistencia de sistemas con rentas y productividades diferentes.
En un espacio económico único, rentas y productividades tienen que converger, y, por lo tanto, mercancías, capitales y personas son las que se movilizan para establecer el equilibrio; si al sur bajamos salarios, la tendencia natural de las personas será ir hacia el Norte. Así fue con millones de andaluces viniendo a Cataluña, o de meridionales italianos yendo hacia la Padània. Los sueldos más bajos del Sur no lo hicieron más competitivo, como no lo es África a pesar de tener los sueldos más bajos del mundo.
Por lo tanto, y por cuanto esta no es ninguna solución, sólo quedaría apostar por la otra: incremento de productividad e I+D, esto es todo el contrario del que propone el actual gobierno, que sigue haciendo inversiones tan productivas como la extensión de la *Ave y afirma que la I+D no sirve para aumentar la competitividad.
El cierto es que desde los Gobiernos, de Madrid y de Cataluña, se ha optado para recortar hasta proporcionar la administración al perímetro económico actual, echando la toalla en cuanto a ensancharlo para tener en cuenta el enorme número de parados. Déficit cero de acuerdo, pero con paro cero, dimensionando la Administración necesaria en condiciones de plena ocupación y no estrangulándola para que tenga, si nunca se logra, un superávit demencial.

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