Supongamos que en vez de ligas de fútbol nacionales, y una Champions
europea entre los campeones nacionales, se hiciera una sola liga europea ¿cuántos
equipos españoles jugarían en esta primera división europea?
La unión monetaria supuso algo pareciendo a hacer una sola liga europea:
sólo las empresas competitivas tienen lugar; esto supuso un enorme déficit
comercial exterior, hasta el 15% del PIB anual, que podíamos soportar sólo
gracias a una financiación exterior que usábamos, no para mejorar nuestra
productividad invirtiendo en capital productivo e I+D, sino para hacernos el
chalé, una buena red de trenes de lujo y un aeropuerto a cada esquina. En
definitiva, lo usábamos para la única cosa donde la competencia exterior no nos
hacía daño: el sector de la construcción, por fuerza local y con escaso
requerimientos por lo que hace a mano de obra.
Obviamente, esto no podía durar y todavía cuesta de entender que lo hiciera
durante tanto de tiempo. Y al acabarse, la pura realidad: sólo una parte de la
economía española puede competir dentro del espacio económico común;
básicamente, aquella parte que es exportadora, por cuanto no hay producto local
posible en un mundo global.
Así las cosas, o salimos del euro y volvemos a nuestra liga nacional, o
incrementamos fuertemente nuestra productividad, o conviviremos con un paro que
sólo lo apaciguará la emigración (no la inmigración, está claro, sino la salida
de españoles hacia el mundo).
En temas técnicos, dentro de una misma moneda sólo sobreviven las empresas
de mayor productividad absoluta, mientras que con diferente moneda pueden
sobrevivir todas y exportan las actividades de mayor productividad relativa.
Porque la función de la moneda es, precisamente, poner en equivalencia los
diferentes niveles de renta, es decir: las diferentes productividades de los
países.
Deprimir salarios no es, pues, ninguna solución duradera, ni tiene efectos
similares a una devaluación: esta corregía variaciones nominales (inflación) de
las monedas, pero una vez hecha continuaban haciendo posible la coexistencia de
sistemas con rentas y productividades diferentes.
En un espacio económico único, rentas y productividades tienen que
converger, y, por lo tanto, mercancías, capitales y personas son las que se movilizan
para establecer el equilibrio; si al sur bajamos salarios, la tendencia natural
de las personas será ir hacia el Norte. Así fue con millones de andaluces
viniendo a Cataluña, o de meridionales italianos yendo hacia la Padània. Los
sueldos más bajos del Sur no lo hicieron más competitivo, como no lo es África
a pesar de tener los sueldos más bajos del mundo.
Por lo tanto, y por cuanto esta no es ninguna solución, sólo quedaría
apostar por la otra: incremento de productividad e I+D, esto es todo el
contrario del que propone el actual gobierno, que sigue haciendo inversiones
tan productivas como la extensión de la *Ave y afirma que la I+D no sirve para
aumentar la competitividad.
El cierto es que desde los Gobiernos, de Madrid y de Cataluña, se ha optado
para recortar hasta proporcionar la administración al perímetro económico
actual, echando la toalla en cuanto a ensancharlo para tener en cuenta el
enorme número de parados. Déficit cero de acuerdo, pero con paro cero, dimensionando
la Administración necesaria en condiciones de plena ocupación y no
estrangulándola para que tenga, si nunca se logra, un superávit demencial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario