viernes, 13 de enero de 2012

De donde no hay, no mana

Con el dicho que figura en el título se justifica, en Madrid y en Cataluña, el actual programa de recortes. Tenemos demasiada deuda y demasiado déficit, y los “mercados” no nos dejan más dinero. Es tanta la insistencia, que acaba convenciendo todo el mundo. Entonces uno lee:
El dinero que guardan los bancos en el BCE alcanza niveles nunca vistos (Cinco días, 11/01/12)

Hay dinero, mucho dinero; tanto, que la banca no sabe qué hacer con él y los deja dormir en el BCE en vez de ponerlos a trabajar! Lo que falta son proyectos que den confianza a los inversores. Y yo me pregunto si a un inversor le da más confianza el hecho de saber que su deudor rebaja gastos, o la bondad de sus proyectos de inversión y crecimiento.

Todo déficit es la diferencia entre ingresos y gastos; y en el caso del déficit público, el actual es consecuencia de una caída brutal de la actividad económica y, por lo tanto, de los ingresos fiscales. Recuperar la actividad económica tendría que ser, pues, la prioridad absoluta; sobre todo, para generar ocupación y resolver nuestro verdadero problema: el paro.

Y para que la recuperación fuera sostenible y se resolviera, a la vez, el déficit comercial exterior y el consecuente endeudamiento foráneo, la recuperación tiene que basarse en la sustitución de importaciones y el aumento de exportaciones, algo que pide inversiones en tecnología, formación profesional, I+D, infraestructuras de apoyo... —no aeropuertos de viajeros, por cierto.

Dudo que nadie, incluidos los economistas de cualquier tendencia, dude de esto que he dicho. ¿Cómo es posible, entonces, que se proclame la generación de ocupación como prioritaria y no se genere sino paro vía recortes? ¿Cómo, que aquí se empiece a gobernar renunciando a los ingresos del impuesto de sucesiones y donaciones?

Doctrinas económicas aparte, las cuales pueden llegar a ser más peligrosas que los dogmas religiosos, habría que ver los intereses personales de quienes en el fondo defienden un estado asistencial mínimo —y un fondo de pensiones personal muy elevado; los intereses de quienes creen que, en realidad, el parado es siempre alguien que no quiere trabajar y que, en todo caso, el paro es un mal necesario para mantener los salarios a raya y a los empleados dispuestos a hacer cualquier trabajo

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