jueves, 19 de enero de 2012

Eppur si muove

Había un hombre: pasaba la mediana edad, barba de tres días, el cuello de la camisa desabrochado, la corbata aflojada, una gabardina gastada; había un hombre que peroraba a la esquina del parque, sobre un pequeño taburete.

La escasa asistencia asentía sus palabras, aparentaba comulgar con él. Una pareja adulta se lo miraba desde un terrado. Habrían querido sentirlo. Quizás sin aquel griterío que subía de la avenida...

Uno a uno, los asistentes se giraban; primero giraban la cabeza, mirando a la gente que desfilaba; a continuación giraban el cuerpo entero para ir a encontrarla.“Ya tiene razón el hombre, ya,” decía uno; “y tanto que sí, ¿pero qué quieres?”, respondía otro.

Por un momento, sobre el taburete, el hombre de la gabardina había llegado a creer que era posible parar a la multitud, impedir que se formara. Si se ponía en marcha, nada la detendría. Uno por uno, ninguno no sería capaz de …
 
Todos juntos, sin embargo...
 
La última persona que escuchaba al hombre dejaba correr una lágrima al marchar. Era una moza. Bastante joven. Había hecho un gesto muy tímido de adiós con la mano. Sin apenas levantar el brazo.
 
La impotencia hace daño, dijo el hombre del terrado. La pareja asintió. También medio lloraba. Escondía las lágrimas al compañero mirando hacia la avenida. La multitud era ahora gigantesca. Imparable. “¿Podía estar equivocada tanta gente hermanada?” Preguntó en voz alta. No muy alta, de hecho. Preguntándoselo, más que no preguntándolo. Ha pasado más de una vez, dijo el compañero: la Historia está llena.
 
El hombre de la gabardina bajó del taburete y se sentó. Se pasó un pañuelo sucio por el cuello. Miró arriba, hacia el cielo. La posibilidad de una tormenta que parara aquello se alejaba. Vio la pareja de la azotea, encogió los hombros. Desde arriba le hicieron un gesto con la mano y desaparecieron.
 
De un portal salió un chaval, poco más de cinco años. Se acercó al hombre de la gabardina, le cogió la mano. Quizás, si se daban prisa, evitarían que la multitud les pasara por encima.

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