La buena noticia que supone haberse enfrentado a Bruselas
y decirles que el 4,4 nanai, que en todo caso el 5,8 —algo que evitará el
sufrimiento de unos cuántos miles de ciudadanos—, testículos aparte ha sido
posible gracias al buen dato de la balanza comercial.
La brutal caída de la demanda interna ha hecho caer las importaciones hasta un
nivel similar al de nuestras exportaciones; y esto supone no aumentar la
necesidad de financiación foránea! Habrá que renovar la actual, pero no
aumentarla!
Lástima que ello no se deba a un aumento de las
exportaciones, a una producción en alza gracias a estar cerca de la plena
ocupación; porque obtener el equilibrio por carencia de consumo y un paro
descomunal no abre el paso a un futuro prometedor.
Un futuro que tendría que mejorarse vía reformas
estructurales y no está claro que las aprobadas lo hagan. Para empezar, la
laboral.
Si la empresa que hace años que no invierte en maquinaría,
tecnología, I+D y formación profesional entra en pérdidas, ningún problema:
podrá despedir personal y bajar los salarios de quienes se queden, y así podrá competir
deslealmente con aquellas que, habiendo hecho los deberes, en términos de
inversión productiva, no hayan entrado en pérdidas.
Así pues, un nuevo y definitivo impulso a la inversión productiva y a las ganancias de productividad!
Para acabarlo de arreglar, los futuros aumentos salariales se pretenden desvincular del IPC y ligarlos a la productividad de la empresa: la que más invierta y más gane en productividad será “premiada” teniendo que incrementar salarios, y la que no lo haga, pues no.
Así pues, un nuevo y definitivo impulso a la inversión productiva y a las ganancias de productividad!
Para acabarlo de arreglar, los futuros aumentos salariales se pretenden desvincular del IPC y ligarlos a la productividad de la empresa: la que más invierta y más gane en productividad será “premiada” teniendo que incrementar salarios, y la que no lo haga, pues no.
El interesado error de ver en los trabajadores —absentistas
y poco laboriosos todos ellos— la causa de todos los problemas, y ninguno en
unas empresas minifundistas, escasamente dotadas de tecnología, con la I+D más
bajo de Occidente y poco amigas de formar el personal, les lleva a posponer in
hile tempore la necesaria reforma de nuestro tejido industrial.
Incluso habrá quien acusará a los trabajadores de
unas importaciones excesivas que ahora, con menos trabajadores más mal pagados,
han empezado a caer. Y es bien cierto que estos ya no importan: los únicos
coches que han aumentado las ventas en lo que va de año son los superedeportivos
(Porche *Panamera y por el estilo).
Es cierto que en la economía de mercado se manejan
mejor sus apóstoles, estos que gobiernan hoy en Europa y la acercan a paso de
marcha hacia la plutonomía, esto es una sociedad donde los campeones, siempre
muy pocos, tienen problemas para decidir qué consumir, y donde los perdedores,
que son infinitamente más y saben muy bien qué consumir, no tienen con qué
pagarlo
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