viernes, 23 de marzo de 2012

Arte y economia


Arte y economía diría que comparten un mismo principio universal: el éxito radica en cómo se hace lo que sea que se haga, es decir, depende de la oferta que se hace al público; porque éste, esto es la demanda, siempre está, aquí o allí.

Incluso en la actual crisis, cuando la demanda interna ha caído de forma brutal, hay una demanda externa casi infinita; por tanto, la solución a la crisis está en la oferta, en tener una buena oferta.
La misma crisis ha sido, en mi opinión, de oferta: las cosas iban aparentemente bien y no dejábamos de incrementar nuestro déficit comercial y nuestra deuda exterior; es decir, teníamos al alcance de la mano una inmensa demanda interna que no encontraba una oferta local adecuada.
Entonces como ahora no hacíamos las cosas como era necesario para tener éxito: por carencia de prestaciones de los productos o por una productividad insuficiente para  que el precio fuera el adecuado; dos parámetros, prestaciones y productividad, que determinan el “cómo” de todo producto y que dependen siempre del nivel de innovación.
Obviamente, los recortes y la austeridad presupuestaria pública no facilitan nada las cosas: minora y aleja la demanda, y la hace más selectiva; pero tampoco resolveríamos los problemas de oferta con una política expansiva: muy probablemente volvería a crecer el déficit comercial y, en consecuencia, el endeudamiento externo.
Todavía más si la expansión fuera sólo local, a nivel catalán o español, algo que podría acabar beneficiando más a los alemanes que a nosotros. En todo caso, la expansión tiene que ser europea; el Keynesianismo no es hoy menos útil que lo fue en el pasado, pero pide una dimensión continental para ser efectivo.
Y cuando llegue la esperada y necesaria política expansiva, cuando Merkel entienda que va errada añadiendo depresión a la recesión, no podremos aprovecharla si no tenemos una buena oferta. Pongámonos pues cuanto antes a mejorarla: tenemos el talento, la generación mejor formada y unos centros de investigación y tecnológicos de primera división; no dejemos que los primeros emigren y que los segundos sigan firmando los mejores acuerdos con empresas foráneas.
J.B. Say, economista francés del 18 afirmaba que toda oferta crea su propia demanda. Yo le corregiría y diría que “toda buena oferta acaba encontrando su demanda”.

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