En alguna entrada anterior he negado la influencia capital de los salarios
en los intercambios internacionales, cosa que ha sorprendido a más de uno;
entre éstos a un conocido que es directivo de I+D con responsabilidades sobre
centros de desarrollo ubicados en todo el planeta. Me da datos:
Un ingeniero de diseño mecánico por ordenador, incluida la muy cara
licencia de software, le sale a 46 eur/hora en Alemania y Francia, a 34 en
España, 18 en Portugal, 12 en México y 8 en la China. Los esfuerzos actuales de
mi conocido van encaminados, precisamente, en mirar de desplazar carga de
trabajo hacia los países donde le sale más barata.
Cómo puedo negar, pues, la influencia del coste salarial a la hora de
contratar aquí o allí?
Es evidente que en el caso descrito, como cuando una operadora de
telecomunicaciones contrata la asistencia telefónica en Marruecos, o cuando una
empresa americana instala una maquila en el Norte de México o en una zona
franca de Costa Rica, el salario es una factor decisivo; pero en todos estos
casos no se compra nada en estos países, quiero decir nada producido allí en
función de su productividad: se compra exclusivamente su mano de obra para
insertarla en el producto y disfrutar de la productividad del comprador; algo
muy parecido a contratar aquí inmigrantes a bajo precio, y sin el inconveniente
de menearlos.
No es en absoluto el mismo, sin embargo, si hablamos de productos, esto es
del resultado de un conjunto de operaciones, transformaciones, intercambios interin-dustriales
y transporte de piezas arriba y abajo de un país: en este caso, que es el más
frecuente, lo que manda a la hora de determinar la competitividad es la
cantidad de trabajo global que requiere hacer algo aquí o allí, esto es la productividad,
y no tanto el salario que se paga a cambio. Y si la comparación o el
intercambio es entre países con unidad monetaria diferente, entonces lo que
manda es la productividad relativa.
En todo caso es cierto que, como productor o trabajador, nuestra competencia puede estar hoy en día a kilómetros de casa y la acercamos nosotros mismos cuando queremos comprar barato. Alguien lo decía en la contra de La Vanguardia de hace unos días: hoy compras más barato y al día siguiente ves cómo te bajan el sueldo.
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