lunes, 19 de diciembre de 2011

No son los salarios!


Por metro cuadrado de invernadero, en nuestro Sur obtenemos doce quilos de tomates y en Holanda obtienen sesenta: ¿quién osa decir que bajando aquí los salarios ganaremos competitividad? ¿No está bien claro que la ganaremos si invertimos en conocimiento y tecnología?

Y estos invernaderos no son la excepción, más bien la regla de nuestro país. Y no porqué en el Norte (de Europa y de España) sean laboriosos y en el Sur (europeo y español) seamos perezosos. No hay que ofender a nadie ni que nadie nos ofenda: la competitividad del invernadero holandés es fruto de años de inversión: en investigación y mejora de procesos, en tecnología para mejorar la precedente, en capacitación permanente del personal... De inversiones empresariales privadas y públicas: los mismos “polders” ganados al mar y cedidos para la producción agraria mientras el suelo se asienta, los sistemas de irrigación, las infraestructuras logísticas, la I+D pública, el sistema de educativo...

Hace poco daba las cifras de la inversión en capital humano en Suecia, una cifra que doblaba la nuestra. No tengo a mano la de inversión en capital fijo, esto es en maquinaria y instalaciones; sí conozco la que hace en I+D: tres veces la nuestra en ritmo anual, así que imaginad el efecto acumulado.

La competitividad de un país depende de su conocimiento acumulado —stock de capital productivo disponible— y de su ritmo de crecimiento —I+D e innovación; así  en los países ricos como en los pobres: estos solo exportan productos capital intensivos, los más capital intensivos de su país. Si lo dudáis, mirad vuestro Iphone: ensamblado en China con maquinaria de última generación.

El salario es la parte del trabajador en la renda o producto que se genera: bajarla no hará aumentar la cantidad de producto! Por tanto, bajar salarios, como algunos proponen, sólo supondrá un nuevo incentivo para no invertir y prolongar nuestro diferencial de capital productivo; no generará en absoluto ninguna ganancia de competitividad.

De acuerdo, me dirá alguien, quizás no ganaremos competitividad de entrada, pero permitirá generar más beneficios y facilitará una acumulación primaria de capital. Como si no hubiera capital bastante! ¿Que no habéis visto como han crecido las rentas de quienes más tienen? ¿Que no habéis visto las inversiones colosales de corporaciones españolas en el exterior? ¿Que no hemos atraído recientemente una cifra descomunal de capitales que ahora debemos?

Llevábamos años, décadas de retraso, y llegó la burbuja inmobiliaria como un agujero negro que absorbió todo el capital disponible. Por otro lado, el capital se mueve a velocidad digital y va allí donde más recibe: nunca le he visto “hacer país”, no creo que nunca llegue a ver que lo hace.

No es pesimismo, sino cruda realidad si digo que solo las actividades que se puedan equiparar con el Norte en capital invertido por trabajador ocupado, e innoven de forma permanente, podrán permanecer. Quizá habrá algunas que obteniendo y pagando miserias podrán malvivir una temporada, pero será eso, una corta temporada.

La condición necesaria para permanecer es bien clara: inversión permanente en innovación. Desgraciadamente, no será condición suficiente, no hoy: la dimensión que requiere un mercado global, donde lo que no se vende en todas partes no se vende en ninguna, se lo pone muy difícil a nuestras pymes, es decir, a más del 90% de nuestras empresas.

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