Aquí construíamos sin medida
y ellos, los del Norte, nos dejaban el dinero sin problema. No tenía ningún sentido, pero crecíamos y teníamos
superávit fiscal, a pesar del déficit comercial exterior i la necesidad de
ahorros de afuera. De repente...
Los EUA, con más déficit
comercial y una burbuja inmobiliaria mucho mayor que la nuestra, financiada
esta por los chinos, dejaron caer Lehman Brothers, el gigante financiero que
empaquetaba hipotecas basura y las revendía con los sellos de calidad de las
agencies de rating; lo dejaron caer y el pánico cundió por todo el globo.
Los banqueros del Norte dejaron
de renovar nuestros créditos, la construcción se frenó de golpe, el paro
comenzó a aumentar y los superávits públicos se convirtieron en déficits... y,
aparentemente, nosotros somos los únicos culpables; nosotros, los del Sur: griegos,
italianos, españoles, portugueses... todos vagos y perezosos que han estirado
más el brazo que la manga.
Bien cogidos por la deuda
contraída, el Norte acreedor nos impone sus condiciones: ahora toca sacarnos,
también, la capacidad fiscal, el último recurso para hacer política económica,
precisamente el único que ahora podría sacar a toda Europa del agujero negro de
la recesión.
Si tenéis dudas leed a Stigliz
y leed, también, a V. Navarro; a pesar de su distancia ideológica, ambos están
de acuerdo en la existencia de políticas alternativas para salir de la crisis.
También ellos lo saben, Merkozy y sus acólitos también saben perfectamente que
los ajustes necesarios para cumplir con los objetivos de déficit no hará sino
sumar recesión a la recesión: más paro, más hambre, más suicidios...
¿Pero si lo saben...?
A ver, ellos no están tan
mal, ni sus países ni, sobre todo, los lobys corporativos que los arropan y han
visto crecer como nunca su riqueza; por otro lado, si nosotros somos los únicos culpables de nuestra
situación, como nos quieren hacer creer e incluso deben creer ellos, ¿porqué salvarnos
en lugar de aprovechar la ocasión, la tan esperada ocasión de gobernarnos?
Detrás de toda guerra está
la economía, y la economía puede ser “per se” un arma de guerra; vencido el enemigo
llega la hora del aprovechamiento del éxito: adiós Europa, gloria a Franconia,
Merkozy ha triunfado!
Y nuestros parados, o mejor
aún, los más brillantes de nuestros hijos que no se preocupen, en la riba del Rin
encontraran trabajo y buen vino.
¿Se entiende mejor ahora porqué pedía
otra Europa?
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